Existen evidencias científicas de que un estilo de vida activo tiene importantes beneficios para la salud, y que los hábitos sedentarios están asociados con un incremento en el riesgo de contraer numerosas enfermedades crónicas y de acortamiento de la longevidad, así por ejemplo, estos hábitos sedentarios se han asociado con incremento del riesgo de padecer obesidad y disminución de la salud en general. Todos los adultos deberían evitar la inactividad, realizando actividad física bajo unos criterios que le permitan obtener un beneficio en salud.
Entre estos beneficios destaca la posible reducción del riesgo de padecer enfermedades tanto físicas como psíquicas. Desde el punto de vista físico se reduce el riesgo de contraer enfermedades crónicas y coronarias, hipertensión, diabetes tipo II y embolia, así como prevención de osteoporosis y del aumento de peso debido al incremento de materia grasa, a la vez que se produce una disminución del riesgo de muerte prematura. Además, se consiguen diversos beneficios para la salud como incremento de la fuerza muscular y de la masa muscular, mantenimiento de las capacidades funcionales, mejora del equilibrio y de la condición física en general. Por otro lado, desde el punto de vista psicológico se produce una reducción del riesgo de padecer depresión y un incremento del bienestar. Así, por ejemplo en un metaanálisis reciente se muestra que los sujetos físicamente activos obtienen una reducción del 30-50% en el riesgo de padecer mortalidad cardiovascular.
Fuente: Estévez-López, F.1 ; Tercedor, P.1 ; Delgado-Fernández