El principio de especificidad, que sostiene que los efectos del entrenamiento son específicos para el tipo de actividad realizada y los músculos que se utilizan.
Si un corredor decide usar la bicicleta para mejorar su rendimiento en la carrera, puede argumentarse que está violando el principio de especificidad. Esto se debe a que, aunque ambas actividades son formas de ejercicio cardiovascular y utilizan muchos de los mismos grupos musculares, también hay diferencias significativas en el movimiento y en las demandas específicas que cada actividad pone en el cuerpo.
En la carrera, el cuerpo realiza un movimiento de impacto, donde cada paso implica que el pie golpee el suelo, mientras que en el ciclismo, el movimiento es más suave y no requiere soportar el peso corporal. Además, los patrones de movimiento y los músculos utilizados en cada actividad son algo diferentes. Por lo tanto, si uno busca mejorar en la carrera, la mayor parte del entrenamiento debería consistir en correr.
Sin embargo, esto no significa que el ciclismo no pueda ser beneficioso para un corredor. El ciclismo puede ser una excelente forma de entrenamiento cruzado, proporcionando un descanso del impacto de la carrera mientras aún se mantiene la aptitud cardiovascular. También puede ayudar a trabajar los músculos de manera ligeramente diferente, lo que puede mejorar la fuerza y la resistencia general.
En resumen, aunque el ciclismo no es un sustituto exacto del entrenamiento de carrera en términos de especificidad, todavía puede ser una adición valiosa a un programa de entrenamiento de carrera.